Salgo con el ánimo bajo, decaído y con el paraguas en la mano. Comienza a llover, otro día gris.
Me quedo cerca de la estación, caminando por el bordillo del raíl. Araño mis brazos, defraudado por la resisténcia que me demuestran. Ellos ya no quieren forzar la vida, ellos piensan como yo. Pronto llegará un final.

No debería querer morirme. Jamás pensé que llegaría a sentir que no valía nada. Incluso llegar a odiarme por ser así. Un rechazo voluntario. Un pérdida que no significaría más que dos días de pesadumbre y frustración.
Sentí caerme. Sentí resbalar y no sufrí nada en comparación a lo que sufría al despertar. Una sensación de agobio, una sensación que me decía que no debería estar.
Un cruce de ideas, un movimiento y una despedida a lo grande.
Yu. Tejido hecho jirones #1.2