Volutas pasajeras


Get your own Digital Clock

domingo, 29 de agosto de 2010

Hacía frío, pero la mañana era preciosa


"Es curioso, pero la depresión no me venia nunca en días como éste: nublado, gris, frío. Cuando hacía este tiempo, yo sentía que la naturaleza estaba deacuerdo conmigo, que mostraba mi alma. Pero cuando salía el sol, los niños jugaban en la calle y todos estaban contentos por la belleza del día, yo me sentía fatal. Como si fuera una injusticia que se mostrara toda aquella exuberancia y yo no pudiera participar. "

Paulo Coelho, Veronika decide morir.



Yu. Tejido después de que se esconda el sol #1.3

jueves, 26 de agosto de 2010

Pesadilla


"Tiendo a tomarme una copa de más antes de pensar.
Sí, sigámos así, igual de obstinados.
Como me gustaría que me refrigeraran, a mí y a mi bebida.
Me siento torpe, pero es como debe de ser."


Preciosa pretenciosa. Eres una grosera ficción. Una tasa fuera de mis periferias. Un borrón en el cielo plomizo. Un recorte de impertinencia. No sé que hago soñándote, cuando nunca he logrado alcanzarte. Debo de ser un devoto de las imposibilidades. Un adicto a la utopía. Si me preguntan: necio de profesión.

Clavemos dentelladas abismales. Aquí, allá, en mi cuello, justo por debajo de tu cintura avispada, detrás de ese lóbulo perfecto o podemos comernos a mordisquitos el corazón. Sensualidad depravada, sin lencería y desnuda de pensamientos. Carnalidad lobuna. Tú.
Tú concentras los mil demonios en tu lujuria derrochante de anhelos. Maldita fogosidad ardiente. No eres más que una vehemencia despotricada. Una pasión febril.

Fuego extinto. Fantasma. Mera ilusión. Espíritu errante. Espectro agonizante. Duende macabro y vil. Visión fatal. Imagen infecta. Elucubración siniestrada. Fachada rengueante que no tiene por donde sujetarse. Pérfida representación.

Todos necesitamos despertar.


Yu. Tejido vehemente, deseado y desquiciado.

viernes, 20 de agosto de 2010

Allí nunca es tarde


"Sé que siempre he sido igual, un lunático despistado.
Pero es que allí sobre las nubes pierdo el norte.
Todo es tan intenso, todo es tan real.
¿Puede ser que allí arriba nunca se haga tarde?"


Deseamos. Soñamos. Anhelamos. Ambicionamos. Ansiamos. Codiciamos. Nos encaprichamos. Suspiramos y pretendemos. ¿Y entonces?


Lo vivimos. Tan intensamente, tan real, tan profundo. Lo degustamos, lo saboreamos, lo catamos. Y cuando estamos ante la última gota, queremos más, pero ya no queda más.
¿Y entonces?



Fraguamos nuestro deseo otra vez. Y allí se queda, presionando. Alejándote de tus sueños y devolviéndote a tu verdad. Y es entonces cuando nos damos cuenta, de que allí, una vez,
nunca fue tarde.


Yu. Tejido de la eternidad #1.2

lunes, 16 de agosto de 2010

Cosas que suenan en mi vida #2

Hace un día y medio que he llegado a mi casa, con la increible visión de estar solo en mi casa, sin padres y sin nadie que me controle más que mi tía a la hora de comer y cenar, y eso, tan solo un par de horas. Ella está en casa de mis abuelos y vamos allí a comer. Así que la casa es mía y solo mía por siete días.

Las vacaciones han sido muy intensas y han cavalgado a velocidades muy diferentes. Ha sido como el roce de un sueño: te despiertas y vas en busca del hotel, dejas las cosas, pillas un sitio donde comer y te pasas todo el día viajando de arriba a abajo descubriendo lugares, monumentos y disfrutando de un sitio que está lejos de la rutina y que te acoje entre sus calles y su muchedumbre.

Lo malo, es que ha durado poco, muy muy poco. Y también por la compañía. Mira que decía mi madre que yo me portase bien... ¡JA! Mi tía discutiendo cada dos por tres con mi tío y montando el jaleo más universal en medio de un pequeño bar, en el mismo hotel o en cualquier calle con la calor más intensa. En esos momentos me daba cuenta que en mi sueño, el viaje lo hacía, o bien yo solo o bien con personas que yo elegía.

Lo peor de todo ha sido la poca intimidad y la, dentro de lo que cabe, poca independencia de movimientos. Si bien he ido de ciudad en ciudad y dando vueltas como un loco más o menos por lugares diferentes, no podía quedarme a contemplar nada o simplemente tomarme un granizado estirado en un parque. Pero bueno, ningunas vacaciones son perfectas.

Ahora, al desaparecer casi todas las personas de mi alrededor y tan sólo quedar mi tía y yo, siento la vulnerabilidad en cualquier parte. Me gusta poder levantarme a la hora que quiera, hacer lo que quiera y, si quisiera montar una fiesta o largarme hasta francia un par de días, también podría. La parte negativa es la soledad más cercana. Pero, ¿qué chico adolescente no ha querido quedarse solo en casa y tener la mayor libertad y posibilidades del mundo para moverse y hacer lo qué quiere?


Supongo que yo debo ser la excepción, si al menos tuviese dinero y un puñado de gente a la que ver, entonces me lo pensaría dos veces.

He estado dando tumbos por Zaragoza, Pamplona, San sebastián, Zarau, Bilbao, Vitoria y Santander. Un día diferente en cada sitio, algo indescriptible, de verdad.
Os iré poniendo que hice cada día, alguna foto y todas las anécdotas que se me ocurran, pero eso ya más adelante.

También recalcar un par de libros: Apocalipsis Z y su continuación, Los días oscuros. Pequeñas joyitas muy bien pulidas. El autor es Manel Loureiro, y comenzó a publicar por el blog, tan solo por diversión y sin mayor expectativas que las de escribir varias entradas a lo largo del año. Podéis encontrar los dos libros enteros escritos en su blog, gratis y sin ningún peligro de pago. Aún así, yo los compré, y que decir, que es de los mejores libros que últimamente he leído. Los zombies son sólo una excusa para darnos una visión de la nefasta humanidad. Qué es peor, ¿un no muerto o un vivo demente?

Y ya por último, decir que al leerme estos dos libros entre viaje en coche y coche, me he querido aventurar en el mundillo de la novela bloguera. No pongo más que las ganas de apasionar a varios lectores y dar la oportunidad de pasar un buen rato. Aquí os dejo el link y me despido hasta mañana.


http://downloadinsane.blogspot.com/



Yu. Mi tejido #1.1

viernes, 6 de agosto de 2010

Soy


Soy la gota que se queda en la botella.
Esa hoja que se mueve con el viento.

El aguardiente que acaba por quemarse.
La mirada que se pierde en las estrellas.
Las palabras que se gastan con el tiempo.

Soy la espera que espera la esperanza.


Yu. Tejido de la inconsciéncia #1.5
Hasta dentro de siete días ^^

jueves, 5 de agosto de 2010

Caer en la calle


"Si tomar mi propia decisión es casi la única libertad real que me queda.
El cuerpo se va contigo recogiendo cosas del suelo, cosas que los otros no quisieron. Encuentro trozos de vida, trozos de cuentos, trozos de plástico, latas y recuerdos. Trozos de trozos, trozos en cuerpo, cuerpos en trozos."


Aporrea afanosamente la cabina telefónica por si el azar le ha dejado algunos céntimos atragantados dentro del quisquilloso telefonillo. Ni una moneda, nada de nada.
Escruta la calle, todos los rincones, cada callejón, angostos, amontonados, pobres o ricos. Cualquier lugar con un par de cartones y alguna pared para cubrir del frío le aprovisionaría durante una noche. Otra noche con vida.
Acaba parapetrándose tras unos muros de hormigón con la sola iluminación de una luna medio mordisqueada y calentándose con sus miedos y sus pavores.
Se sobresalta en plena madrugada por el vocerío de un grupo de jóvenes ebrios que juegan al viejo juego de las piedras y el vagabundo. Intenta asfixiar sus temores y seguir respirando el hedor que desprende su ropa.
Le vuelven a tirotear y esta vez el cuerpo del anciano queda desgarrado y con la ropa y la piel hecha jirones. Él se atrinchera tras las cajas de cartón y pide compasión.
El más iniciativo del grupo quiere dar un paso más, quiere destacar, lo desea.
Tras un par de patadas, una ración de escupitajos y una horda de insultos, el muchacho saca de su bolsillo un encendedor. Lo enciende, lo apaga, lo enciede, sopla, se ríe y lo lanza.
Se van corriendo dejando atrás una trastada. Corriendo hacia sus casas, con calefacción, cama, comida, aseo y un techo donde vivir. Abandonando al raso a alguien como ellos, no, no como ellos, alguien con mucha más humanidad.

Con las manos ennegrecidas y una tos de caballo logra escapar de la hoguera que antes había sido su hogar. Aunque eso es lo bueno que tiene vivir en la calle, que cada día puedes encontrar una nueva vivienda, un nuevo sitio donde vivir... o quizás sería mejor el término sobrevivir.
Despojado de ganas de ser, de subsistir como un sinónimo de basura, de arrastrarse en sociedad, de mendigar de un lado para otro como si de una rata se tratase, de una existencia vacía, de ganar cuatro duros que se acaban asentando en los bolsillos de los demás, dejando los suyos sucios, vacantes y tristes. Cuanta tristeza.

Le sonríe a una pequeña que aglomera toda la tierra posible en su cubo. La niña le devuelve el gesto mientras sacude el cubo y lo derrama todo en forma de castillo. Su madre, mira en derredor y se le encoje el corazón al ver como ese señor con esa indumentaria y esos dientes amarillentos le sonríe a su hija. Le mira con asco, transmitiéndole todo el mal del mundo en una sola mirada. Acoje a la cría entre sus brazos y se la lleva lejos de allí, lejos de aquel señor tan feo, tan extraño y desconocido.

Él se abriga con sus brazos, infundándose calor en aquel día cerrado. Se queda en ese banco, como otros muchos, tratando de pasar el tiempo, examinando el día y sus caras oscuras. Se queda en ese banco, con la barba enmarañada, el cabello cerdoso, con bolsas en los ojos y una mirada perdida, más allá del roce entre lo humanamente posible y la sensación de vivir sin ser. De pasar por un trance apático por siempre más.

Y él, allí, sin nada ni nadie, sólo desea un abrazo, un calor humano, un triste amigo y un motivo por el cual seguir.



Yu. Tejido abandonado #1.1

Retazos del ayer

Retazos del ayer