Volutas pasajeras


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viernes, 26 de febrero de 2010

Coincidencia

Pasó justo a su lado, sin saber su nombre, sin conocerlo de nada y con un ritmo constante oprimiendo su pecho. Cruzaron una mirada y no dio tiempo a que se sostuviese.

Suspiraron al unísono y desprendieron la última esperanza de volver a echar un vistazo rápido hacia atrás.



Miles de luciérnagas velaron indómitas, miles de deseos sobrevolaron el cielo de noche. Una llama nacía encabezonada de que no se extingiría, una lágrima moría en un día gris.

Ahora, saben quién son, saben sus nombres, saben que sus miradas se pueden volver a encontrar. Ya no quieren que sea una coincidencia, dan todo para que no vuelva a oscurecer.




Sonrisas gilipollas, de esas que molan.

Yu. Tejido deseado #1.2

miércoles, 24 de febrero de 2010

Querido diario...

¿Habéis provado a no rendiros? Joder, cómo cuesta.

Hace ya mucho que quiero acabar con todo esto. ¡Cómo me gustaría qué una fina niebla me engullera y me diese la oportunidad de fusionarme con la llovizna!

Cada vez que intento confiar en alguien, allí está, justo entre ceja y ceja. Un fervor sombrío que se esconde detrás de esos ojos color antifaz. Da miedo, ¿verdad?, pues cada día debo enfrentarme a ese temor, una ruleta que siempre para en el mismo número estancado.

Y no lo hago. Por mucho que lo quiera, no los embisto con brutalidad, no los asfixio hasta dejarles la boca llena de palabras mudas, para nada. No.

Yo no araño si me arañan, pero y si me vuelven a arañan, ¿araño?



Lo haría, desistiría de todo si no fuese por los sueños. Porque ya no es ni esperanza, son sueños errantes que tintinean en mi cabeza como una última escapatoria.

¿Eh?, pues quién sabe qué habrá después.




A saber dónde coño estarás.

Yu. Tejido desquiciado #1.0

martes, 23 de febrero de 2010

Algo mucho más que pequeñito

No nos damos cuenta. Desgarramos, sin saberlo, con pequeños detalles que hacen arder. Puntualizaciones tan insignificantes que no nos afectan a nosotros, pero deterioran a un segundo. Un motor en ralentí.

Una cadena extensa que se entrelaza con éste y el siguiente. Una mecha que desde hace tiempo ha comenzado a consumirse, y poco a poco, se va agotando. Cosas ingenuas que pasamos por alto, cosas en las que no reparamos y deberíamos fijarnos con lupa.



Necedades que pasan a convertirse en un problema más grave que el de una reacción de risas ajenas. Pormenores, que rivalizan con nosotros. Tatuajes que se nos quedan grabados a flor de piel. Una bola de nieve que coje velocidad y nos aplasta.

Pequeños detalles sin importancia que esconden una repercusión más allá que la de una herida sin gasa.




Cuidado, mucho cuidado con tus actos.

Yu. Tejido que para algunos es desconocido #1.2

viernes, 19 de febrero de 2010

Precipicio con muletas

Mis pupilas se aceran por momentos. Los gritos huyen de mis labios con prisa ingrata. Los sonidos estallan en silencio hasta convertirse en un murmuro perforante. Mi cuerpo se siente vacío, sin vida, con ganas de agonizar.

No hay manera de que un solo día sea perfecto. Día tras día se empañan mis ojos con avidez. Mis manos se manchan de gravilla y mi ira despunta en la noche, con lágrimas y barrotes.

No quiero más. Odio todo por momentos. Me consumen las palabras ajenas y me hieren los conflictos internos. La ausencia gana terreno y dicta sus normas. Se aprovecha de mi, ya agotada, sonrisa cansada.



Él no se calla, ella padece idiotez. Aquel no mide sus palabras, aquella quiebra mi calma. Ella debería conocer, él tendría que comprender. A aquel lo destronaría, a aquella le guillotinaría las malas lenguas.

Aunque todo me afecte, sigo en pie, pero eso sí, con muletas.




Añoro un buen futuro.

Yu. Tejido airado #1.1

jueves, 18 de febrero de 2010

Los hombres que lloraban a escondidas

Por allí andas. Sí, tú, la que antes me miraba casi con admiración. Ahora sólo esquivas los barrancos y rechazas los puentes de madera.

Por allí andas. Sí, tú, el que me decía que no se hundiría en la miseria. Y allí estás, agotado y con una sed de vampiro.

Por allí andas. Sí, tú, la que me presentó el cuarto de las lágrimas. No vengas hoy para sustituirme.

Por allí andas. Sí, tú, el que decidió taparse los oídos y sólo mover los labios. No eres más que un ciego con ojos de cordero.

Por allí andas. Sí, tú, la que me abrasó sin mi consentimiento. Me sofocas con tus llamaradas abusivas.

Por allí andas. Sí, tú, sin enterarte de nada y con una sonrisa en la cara. Provocas un terremoto sin ni siquiera sacudir tu ignorancia.



Por allí ando. Sí, yo, con miedo en los huesos y calado por dentro.

¿Sabéis qué?, no somos impermeables.



Bajo un alúd enarbolando un paraguas astillado.

Yu. Tejido sin modestia #1.1

martes, 16 de febrero de 2010

Dulce sabor a miel y sal

Entró en la cocina, con un delantal que le llegaba hasta las pantorrillas y de un violeta chillón. Se colocó las gafas y se puso manos a la obra. Cogió el moldeador y vertió toda la masa del pastel. Probó un poco con el dedo pulgar y se lo relamió un par de veces -estaba riquísimo-.



Cuando lo tuvo todo listo, le urgió coger un cuchillo y partirlo en diversas fracciones. Cuando el bizcocho rozó su lengua, atisbó un pequeño papel que asomaba entre las páginas amarillentas del libro de cocina. Dejó el apetito a un lado y se centró en la receta.

Tarta para una vida con colorante:
1. No dudes de lo que eres ni de lo que sientes 100 Kilos
2. Disfruta cada instante como si fuera el último (más de una docena)
3. Miente si hace falta; la vida no está hecha para ser regalada 3/4
4. Sonríe siempre que puedas (batirlo dos veces)
5. Siéntete único y prepárate para serlo -4 huevos-
6. Guíate por tus ideales y sólo quédate con los consejos de quien te aprecia (licuarlo)
7. Sopla por si quema




Clavó el cuchillo en el pastel y exhibió una grata sonrisa con sabor a miel y sal.

Yu. Tejido de la creatividad #1.3

viernes, 12 de febrero de 2010

En segundo plano

En el fondo, sin hacer mucho ruido, me encuentro yo.

Parezco un mueble, con reposabrazos y una esponjosa lámina de madera. Tengo la pata coja y la aguanto con un pedazo de papel doblado. Hace tiempo que deberían darme una capa de barníz. Aún conservo mi influencia victoriana, soy como un viejo reloj desconfigurado.



Sigo envuelto en el manto que transparenta mi acento decidido a actuar. Golpeo con todo el acopio de mis fuerzas, en vano. Araño las paredes penetrando en la gravilla que cae como polvo en el mar.

Una película terrosa raspa la segunda dimensión; allí donde me encuentro yo. Es una contraposición poco acertada.

Sonrío desenfadado, enseñando una virtud que no es propia de mí. El gérmen de la voluntad se aprovecha con naturalidad y hace que esté dispuesto a luchar. Quebrantando la cortina de humo, logro vislumbrar un futuro realmente abrumador.




Traspasando fronteras.

Yu. Tejido de la inconsciéncia #1.2

jueves, 11 de febrero de 2010

Identidad


- ¿Sabes que dicen? Qué para ser felices debemos mostrarnos tal y como somos. ¡Ni que fuéramos unos hipócritas!

- ¿Tú lo harías?

- ¿El qué?

- Ya sabes, mostrarte tal y como eres, sin temor a lo que dirán y con la decisión de un toro a la hora de embestir con la verdad.

- Yo ya lo hago, no tengo un ápice de falsedad. ¿Y tú, acaso tienes algo que esconder?

- Sí, al fin puedo decirte adiós.




Hasta nunca, rol.

Yu. Tejido sin modestia #1.0

miércoles, 10 de febrero de 2010

Basura

Nuestro cuerpo engendra restos. Generamos mierda y putrefacción, producimos despojos inceserarios y sentimientos cochambrosos. Un remolino mugriento que nunca reciclamos.

La lista de los residuos es como un lastre etéreo. No somos capaces de arrojar la bolsa de basura al contenedor apropiado. Nos quedamos mirando el color de la bolsa y lo clasificamos en nuestra estantería esperando que alguien la precipite al depósito de los malos tragos.



Ocasionamos tantos vestigios que no nos damos cuenta de lo que verdaderamente ocupa ese saco de las pesadillas. Cuando intentamos enlazarlo, éste se aglomera en docenas y nos expulsa de nuestra propia habitación.

Es tan fácil como rajar por la parte de abajo y destituir el contenido por un puñado de sonrisas talantes.



Rómpela.

Yu. Tejido de la creatividad #1.2

lunes, 8 de febrero de 2010

Ráfagas al cielo

No lo conocía, ni siquiera sabía nada de él. Saber que una luz se apaga y la lluvia consuela su muerte. Si para mí es difícil, para los demás, no quiero ni imaginármelo.

No parecíamos estudiantes, eramos personas, la verdadera humanidad. Alrededor de su foto, reunidos al contorno de las llamas candentes y de la música que cubría nuestro dolor. La endereza es impensable, no sé cómo su hermano ha podido ser tan valiente de venir a despedirse de él. Las lágrimas caían solas, no hacía falta decir nada, el silencio y la lluvia lo decía todo.

Con paraguas, cubriendo una despedida que no queremos que llegue, le decíamos hasta pronto. Que algún día lo volveremos a ver, como si esto no fuese más que una horrible pesadilla.



Mis palabras no son comparables a lo que he visto hoy. Personas destrozadas, gente derrumbada, sufrimiento a flor de piel.

Aquí nadie te olvida, te lo prometo.




Ráfagas al cielo, compañero, ráfagas de vida.


Yu. Tejido hecho jirones #1.3

domingo, 7 de febrero de 2010

Chispas

Ya no me acordaba de que era tener una sonrisa. Da gusto volver a saber que puedo seguir. No todo es fácil, eso ya lo sé bien; pero qué más da si ahora sé que puedo continuar andando.

Me sigue costando expresarme, me sigue costando ir tintando el camino con llanuras y planícies. Al menos, las tinieblas se espesan, se divergen entre ramilletes y callejuelas. Las sombras ya no son más que eso, oscuridad latente que no puede cerciorarse sobre mí, está estancada en el suelo, por debajo de mis pies.

Me levanto con las pupilas inflamadas, con un rojo candente. Sigo creyendo que despertarme no me trae buenas consequencias. Pero ahora, puedo despojarme las lágrimas y burlarme de todo lo demás. Soy capaz de alzarme y de gritar un aullido esperanzador.



Como una dinamita, la mecha está empezando a arder con pequeñas chispas de color.

Ya no quiero ser víctima ni verdugo. Sólo la valentía del dañado y la fuerza del criminal.




Está comenzando a amanecer.

Yu. Tejido inmediato #1.1

viernes, 5 de febrero de 2010

Hendidura

Tú no sabes nada. No vas conmigo. A penas sabes como soy, no decidas por mí. Deja ya de matarme las ilusiones, deja de afilar el cuchillo, déjalo ya. No tienes ni idea de mis intenciones. Caminas sujetándome con una correa y yo ya hace tiempo que he echado a correr. Tu silencio cortante me resbala, paso de que me afecte una corriente en blanco y negro.

No te ciegues por la experiencia, no cierres puertas entreabiertas. Yo sé que tú lo has pasado mal, pero yo, ahora, estoy más allá. Para de intentar proclamarte ganador, sólo te refugias en una ganancia fallida. Guárdate las palabras hirientes. No desistas en aplastarme, pues ya hace mucho que no tengo dimensión. Si te crees un verdadero rey, cómete tu supremacía. No eres más que un dictador que quita las últimas estelas que me quedan en el corazón.

Sabes que duele, y aún así, vuelves a arremeter. Me avasallas a preguntas hipócritas y me das respuestas tajantes. No dejas que me exprese, te nubla la vista tu sabiduría y tus odiosas manías. Con el tiempo borraré tus crímenes. Me iré de aquí, tratando de escapar de un presente demasiado duro.



No te imaginas lo qué he visto y qué pienso de vosotros. No te puedes hacer a la idea de cómo se me presenta el día a día. Y cuándo más lo hecho en falta, cuando más lo necesito, llegas tú arrebatándome mis últimas palabras y insultas mí fragilidad. Te pasas la mañana borrándome de tu mundo y luego quieres que vuelva a él. Deja ya de robar, deja ya de creerte mejor, deja ya de intentar aparentar algo más que un peón. Ponte a escuchar de una vez, pon atención a tu alrededor, porque no eres el único, no estás solo en este mundo.

Deja de creer que soy inferior. ¿Por qué sabes?, yo no pienso dejar que me maten.




¿Quiéres jugar? Cuidado, ahora me toca mover a mí.

Yu. Tejido airado #1.0

jueves, 4 de febrero de 2010

Ausencia

Los días melancólicos son de lo peor. Nos ponemos a mirar por la ventana, dejamos las horas pasar y escuchamos la canción más triste que tenemos.

Yo me pongo a anotar mis ideas. Subrayo las preocupaciones y tacho las incorrecciones. Reprocho mis palabras, rehuso de ellas. Con la mirada lacia y los ojos manchados de tinta, ahogo mis penas.



A veces me tumbo en la cama y me doy media vuelta. Miro al techo y le sonrio, ausente. Entonces sueño con tener lo que me priva, alargo la mano para alcanzar una imagen evanescente y desisto para regresar a la nostalgia.

En silencio, ingiero la marea. Me llevo la mano al pecho, lo agarro fuertemente y cierro la palma. Atranco los ojos y apreto con fuerza para que dejen de gotear. Abrazo a mi peluche y él, sin saberlo, me transmite ese algo que me falta. Un suspiro de esperanza.



Arlequín en prácticas.

Yu. Tejido evanescente #1.3

miércoles, 3 de febrero de 2010

Inmersión

Le dio unos breves golpecitos a la pecera. Los peces, ni se inmutaron. Nadaban arriba y abajo, haciendo pequeñas carrerras a través del jarrón en ruinas y las algas, que vibraban con su contacto.

Denís se cruzó de brazos. No le gustaba que esos animales estuvieran atrapados a consciéncia y que ni ellos mismos supieran que el mundo exterior era mucho más bonito que su cárcel aquática.



Enfurruñado, cogió una bolsa de plástico, y vertió a los pequeños pececitos dentro del macuto improvisado. Sonrió con ilusión y hizo un nudo. Las diminutas fieras golpeaban la bolsa como autómatas. Ahora, los tres peces se encontraban en cautividad dentro de ésa cosa transparente.

Denís llegó al puente que cruzaba el río. El olor a hierba mojada le animó aún más a hacer lo que tenía en mente. Sacudió la bolsa y la empujó levemente con los dedos. Los miró con envidia. Denís alargó el brazo y vació la bolsa mientras los peces caían con apuro. Se despidió de ellos con una gran sonrisa y se echó a caminar a paso agigantado. Ese día estaba feliz.




Dos de ellos, no aguantaron la primera hora, el tercero, el más chiquitín, nadaba a contracorriente.

Yu. Tejido que para algunos es deconocido #1.1

martes, 2 de febrero de 2010

Calles con ironía

Deslizó sus dedos por el cable de los auriculares. Los tenía al máximo volumen para distraerse, para centrarse en su mundo y dejarse llevar. La música relajaba tensiones, le hacía volar y proyectaba imagenes de ensueño.



De nuevo, aquella manía de mirar a la gente. Sentados en un portal, una pareja se besaba casi con ánsia. Sus manos distraían los flecos desmañados que levitaban con tanto alboroto.

Sonrió cabizbajo.

Un fervente matrimonio salió a su paso, discutiendo en voz alta y con aires de divorcio. Pasaron con una aura de desconcierto y frialdad.

Dejó los ojos en blanco. Odiaba las peleas.

De la panadería salía una madre con su hija. La pequeña niña estiraba a su madre del brazo, con apremio. Ésta, le dirijía una tierna mirada y le acariciaba su cabezita.

Les siguió con la mirada unos segundos, hasta que desaparecieron.

Sintió un pequeño escalofrío al reconocer a otro de esos mendigos que pedían limosna. Rebuscó en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó una moneda de cinco céntimos; no tenía más. Miró al señor que estaba tendido con la ropa hecha jirones. Le dio vueltas a la moneda y se decidió a tirarla al plato que el vagabundo hacía servir como recolecta.

Se quedó mirando la moneda voltear. Cuando cayó, bajó un poco la cabeza y se fue dando pasos cortos.

A su lado, pasó una muchacha que parecía muy ajetreada. Se chocaron levemente y el chico le pidió perdón. La joven, aún pensando en sus cosas, le devolvió las disculpas y se apresuró a correr.

No le quedó más remedio que moverse, pues el chico se había quedado plantado allí durante más de cinco minutos.

Suspiró, casi como si hubiera recorrido toda España ese mismo día.




Ahora, la muchacha recuerda su imagen, esperando volver a tener prisa para volver a encontrarse con él.

Yu. Tejido imperceptible #1.1

Retazos del ayer

Retazos del ayer