Somos una pequeña cerilla. Somos como un volcán.
Inactivos, nos reservamos nuestro brío.
Si escalan nuestra montaña, temblamos.
Si nos golpean con picos y palas comenzamos a resquebrajarnos.
Si acampan, serenamos el magma.
Si destruyen nuestra tierra, avivamos devastando el dolor.
Si nos desgarran por fuera, erupcionamos por dentro.
Si ellos sacan apisonadoras y arrollan nuestra casa, expulsamos nuestra humareda y arrasamos con lo que haga falta.
Cuando nos quedamos sin combustible, regresamos a nuestro reposo.
Y a veces, cuando no vemos la dirección que tomar, explotamos para saciar nuestra sed. Porque al agua, a parte de excluirla por obviedades, la drenamos como una droga. Y esa droga, aunque nos mate, es adictiva.
Somos puro fuego.
Yu. Tejido de la necesidad #1.4
jueves, 13 de mayo de 2010
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Cerilla y volcán.
ResponderEliminarMuy buena forma de describir a una persona.
Me encanto.
Y pense que en realidad son pocas las veces en que decidimos por nosotros mismos si apagamos la cerilla o la encendemos...
Una lástima.
Y al leerlo me di cuenta de la medida en que necesito que mi agua "drene"
Besos!