"Lo que sucedió entonces, ahora, ya no es más que un pensamiento.
Un último error antes de morir, comprar una verdad y vender una mentira.
No olvides de respirar esta noche, por que el secreto está fuera."
Me pasa cada vez menos, es una sensación bastante indescriptible. No tiene ni pies ni cabeza, ahí está, no es amor, no es odio, no es ilusión, ni esperanza, ni venganza ni melancolía. No tiene nombre, ni siquiera eso que llaman nirvana. Es una paranoia enorme que da vueltas y vueltas en la cabeza haciéndote sentir bien con el resto del mundo. No es que esté eufórico, o esté hecho polvo, es de esos días que te dan algo y que hacen que tu aportes algo a los demás. Esos días que descubres que algo es diferente a ayer, esos días que entiendes que por minúsculo que sea la vida puede lograr dar vueltas, paulatinamente, pero avanza. De maneras diferentes, direcciones a veces erroneas, a veces muy acertadas, pero avanza.
Meto la mano en el fuego de que mañana ya se habrá extinguido esta sensación, pero por ahora, por hoy, quiero sentirla, quiero sentir este resquicio de paz, de barrera protectora, de cosa.
Hoy puedo decir que tengo un día especial. Un día diferente. Un día, no como los demás, un día verdadero. No creo que pueda olvidar mi viaje en tren con esa señora desconocida (ya no), ni ese granizado a medio empezar, ni ese CD olvidado, tampoco esa comida que llenaba tanto y tanto, ni esos acordes de piano. Menos voy a olvidar esas palabras escritas en tinta dónde yo he desenvuelto algo más que lo que había dentro. Y lluvia, siempre ahí donde voy yo.
Tampoco voy a olvidar la conversación que he tenido con mi abuela, esas grandes conversaciones que pocas veces se tienen. Creo que mi abuela se merece que la adoren como un Dios, y cuanta rabia me da que la ignoren y que la tachen de vieja cuando mi abuela lo controla todo, lo ve todo y hace lo que le da la gana. Gracias abuela por brindarme tu confianza, y gracias el día que acudí a ti.
Otras conversaciones banales que necesitaba, conversaciones con la familia que por más tontas que parezcan, por más cutres y estúpidas que resulten devuelven la vida.
Y esas palabras, que al fin, con algo de calma, hemos podido regalar mi madre y yo. Algo que al fin, con tanta distancia aún pendiente y tanta distancia que va a ser imposible de reducir, podemos estar de acuerdo con que la persona que está destrozando todo esto no es, por lo menos, ninguno de los dos.

Y faltaría menos, que para rematar el día acabase con una canción en la mano que hace mucho tiempo hizo que mis lágrimas se meciesen en la oscuridad, una canción que tanto ha significado conmigo y que hoy, por fin, puedo tener en mis oídos en su versión original.
Veis, ya se me está escapando, ya se está volatilizando, ya tiene ganas de huir.
Pues lo siento, pero este día lo conservaré como un mito moderno, y ese recuerdo no se va a perder.
Yu. Tejido reconstruido#1.2